En años anteriores, siempre odié el invierno: manos secas, nariz que moquea, electricidad estática en el aire, y, por supuesto, el clima frío.
Recuerdo una ocasión, hace unos años, cuando necesitaba atarme los zapatos durante mi camino a la escuela. Me arrodillé y ya qué mis manos estaban tan secas y frías, apenas podía agarrar los cordones. Cuando finalmente terminé de atarme los zapatos, noté que mis pantalones se pegaban a mis piernas debido a la estática y no pude quitárselos. Ya estaba enojado porque iba a ir a la escuela, por lo tanto, esta condiciones simplemente me pusieron furiosa.
Pero creo que lo que realmente me molestaba era la ropa extra. Yo odio usar chaquetas. No sé exactamente por qué, pero casi siempre que uso una, simplemente no me siento yo mismo.
Este año decidí hacer algo diferente. Si no hace bastante frío afuera qué mis manos se congelen, simplemente salgo con una camiseta.
¿Tengo frío? Sí. Pero, ¿soy feliz? También sí.
En mi opinión, cuando empiezas a abrigarte mucho, estás tratando de esconderte del frío, temblando con los brazos cruzados. Intentar evitar el frío sólo lo empeora.
Así que lo que he hecho es intentar abrazarlo.
Cuando salgo por la mañana, claro que al principio tengo frío. Pero, después que unos minutos, me acostumbro y me doy cuenta de algo importante: es el mismo mundo.
Recuerdo el verano, cuando nunca bajaba de 80 grados y jamás considerarías usar una chaqueta. Estás caminando por las mismas verdaderas y calles donde hace solo unos meses estabas en camiseta. Lo único que ha cambiado es la estación del año.
Es el mismo mundo. No estoy diciendo que el invierno sea la mejor estación, ni tampoco que no sea la peor. Mi mensaje es qué si odias los elementos que el invierno te trae, te sugiero que, en lugar de esperar a que pasen y quedarse enojado por ellos, los enfrentes y abrazarlos.
Y una vez que haces eso, ¿qué te queda? Días de nieve, vacaciones de invierno, la temporada navideña. Tal vez el invierno no sea tan malo después de todo. •