El Domingo de Pascua, 9 de abril de 1939. Marian Anderson estaba asombrada. Más de 75,000 pares de ojos y oídos la respaldaban. Su momento más grande. Su mayor ola de determinación. Detrás de ella, la estatua de Abraham Lincoln de 19 pies de altura, un símbolo de unidad e igualdad. El momento era mucho más significativo que ella misma, pero sabía que su presencia podía resonar aún más fuerte.
Anderson dijo una vez: “A veces, no puedes evitar preguntarte por qué Dios coloca tales obstáculos en nuestro camino. Pero si el camino fuera fácil, quizás no creceríamos.” Semanas antes, no habría imaginado este momento; las Hijas de la Revolución Americana le habían negado la oportunidad de cantar en el Constitution Hall debido a su raza. Dado su impacto en la escena nacional, no pasó mucho tiempo para que esta noticia llegara a Eleanor Roosevelt, quien alguna vez dijo: “El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños.” Y fue Roosevelt quien organizó el concierto al aire libre donde Anderson mostró a la DAR cómo suena la excelencia estadounidense: una voz afroamericana.
El sonido del primer acorde del piano la ancló en el momento. En el National Mall, Marian cerró los ojos y reunió su fuerza y talento—su voz única. Su profundo contralto fluyó con intensidad: “My country, ‘Tis of Thee,” explorando una gama rica de tonos y melodías que clamaban por inclusión. Dulce tierra de libertad, sin duda.
Mientras la multitud permanecía en completo silencio, mientras su voz captaba la atención del frente, mientras su canto ondeaba en el aire, sus notas resonaban en millones de corazones. Cuando su interpretación llegó a su fin y su última nota se desvaneció, un estruendoso aplauso estalló entre la multitud. Marian dio un paso atrás, con el corazón lleno de aceptación, y este se convirtió en su mayor momento. Su voz exigía que el arte no tuviera color, al igual que la humanidad. Hasta el día de hoy, el Lincoln Memorial sigue siendo un símbolo de su valiente actuación y el lugar donde su voz continúa resonando por la justicia y la igualdad. Su presencia sigue sobre el National Mall y se extiende entre las ciudades a través de sus estatuas.